
La semana del 10 de febrero se celebró el AI Action Summit, el evento más importante sobre inteligencia artificial en Occidente, realizado en la ciudad de París. En representación de TEDIC, nuestra directora ejecutiva, Maricarmen Sequera, participó junto a más de 1.000 asistentes en el Grand Palais. Entre ellos se encontraban jefes de Estado y de Gobierno, líderes de organizaciones internacionales, representantes de la sociedad civil, el sector privado y la comunidad académica.
Además, el Papa Francisco envió un mensaje al presidente Macron con motivo de la cumbre, destacando la importancia de la inteligencia artificial en la sociedad actual.
Nuestra directora destacó que fue uno de los encuentros más relevantes en los que ha participado, no solo por la magnitud de la agenda, sino por la presencia de un número inédito de mandatarios y líderes de alto nivel. Entre las figuras destacadas se encontraban el presidente Emmanuel Macron de Francia, el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, en su primer viaje oficial al extranjero desde que asumió el cargo, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, Petteri Orpo, de Finlandia; el viceprimer ministro chino, Zhang Guoqing y el secretario de Asuntos Exteriores de la India, Vikram Misri. La cumbre contó, además, con la presencia de referentes clave del sector tecnológico, como Sundar Pichai, Director ejecutivo de Google y Sam Altman, Director ejecutivo de Open AI, así como altos representantes de Microsoft, quienes se reunieron para debatir sobre el futuro de la IA y su impacto global.
La Cumbre finalizó con una declaración no vinculante, fruto de un trabajo multilateral entre los países participantes. Sin embargo, el proceso de elaboración de este documento fue criticado por su falta de consulta previa con actores como la sociedad civil y la academia, careciendo de la aplicación de las metodologías multistakeholder de la ONU. Aunque el 10 de febrero importantes potencias como China, Canadá, Alemania, Francia y Japón firmaron la declaración, también lo hicieron varios países de América Latina y el Caribe, como Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay. Al día siguiente se sumaron Argentina, Barbados, Guatemala, Haití, Jamaica y Panamá. Sin embargo, destaca la ausencia de Paraguay en este importante proceso de discusión.
La declaración final del AI Action Summit fue percibida como insuficiente. A pesar de la relevancia del encuentro, el texto resultó tibio y careció de disposiciones concretas para avanzar hacia una regulación efectiva de la inteligencia artificial basada en una gobernanza que priorice los derechos humanos. Si bien se resaltó la importancia de promover el acceso a la IA para reducir brechas digitales y se enfatizó la necesidad de un desarrollo ético, inclusivo y transparente dentro de marcos globales, las medidas propuestas fueron vagas y poco vinculantes.
También se destacó el potencial de la IA para fortalecer el futuro del trabajo y el crecimiento sostenible, con el compromiso de evitar la concentración monopólica. Sin embargo, el documento no reflejó un compromiso real con los países del sur global o la mayoría global, a pesar de que su participación es clave para construir un futuro más inclusivo y equitativo en materia de IA. En este contexto, no sorprendió que la declaración tuviera un enfoque más simbólico que práctico.
Aunque la cumbre tuvo una amplia representación internacional, países como Estados Unidos y Reino Unido no respaldaron la declaración final, que abogaba por una IA inclusiva y sostenible. La postura de Estados Unidos no fue del todo inesperada, ya que el término «inclusivo y sostenible» ha sido excluido de las prioridades de la administración Trump. Esta postura subraya las diferencias en las prioridades de los actores internacionales y las tensiones entre los enfoques más globales y los intereses nacionales.
Tensiones durante el Summit
En lugar de aprovechar la oportunidad para fomentar una colaboración global, los líderes centraron sus discusiones en intereses nacionales y en la expansión comercial de la inteligencia artificial. La Ley de IA de la UE (EU AI Act) fue presentada como una «carga», reforzando una narrativa que contrapone regulación e innovación, mientras que la seguridad de la IA quedó en un segundo plano. Además, los debates evitaron abordar de manera sustantiva los riesgos y daños asociados con esta tecnología.
La Unión Europea también dio un paso atrás al retirar la Directiva sobre responsabilidad de la IA, lo que genera incertidumbre sobre la aplicación efectiva del EU AI Act. La confusión en torno a su cumplimiento es evidente, y será interesante observar cómo la UE enfrenta este desafío, especialmente después de que Ursula von der Leyen, actual presidenta de la Comisión Europea, señalara su intención de “facilitar” su implementación.
La influencia de la reciente asunción de Trump se sintió en la agenda del evento, algunos países como Francia, la UE y Estados Unidos, adoptaron una postura de competencia en la carrera armamentística de la IA, priorizando el dominio del mercado y el desarrollo acelerado por encima de la gobernanza responsable, la rendición de cuentas y la confianza pública. Por ejemplo, Ursula von Der Leyen anunció una financiación pública de 200 billones de euros para infraestructuras digitales relacionadas con la inteligencia artificial en todo el bloque.
Por otra parte, la declaración del Vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, de que el futuro de la IA “se ganará construyendo”, y no “preocupándose por la seguridad”, refleja una peligrosa mentalidad de desconsideración. Esta retórica resuena con la de líderes como Macron, quien también abogó por un enfoque regulador “simplificado” en Europa pero también se posicionó en contra de que Estados Unidos sitúe la seguridad en el centro del diálogo.
La Cumbre dejó así en evidencia que los países más influyentes seguirán sus agendas por cuerdas separadas, lo que podría profundizar la fragmentación de los marcos regulatorios internacionales y dificultar que América Latina tenga un norte o pueda colaborar en una agenda común. Mientras tanto, los paneles sobre derechos humanos y políticas públicas fueron superficiales y carecieron de profundidad. No se creó un espacio adecuado para debatir el impacto social y ético de la tecnología, y aunque algunos paneles abordaron estos temas, fueron pocos y de perfil bajo, con las grandes tecnológicas dominando las discusiones.
Una publicación de Access Now refleja una percepción similar:
Lamentamos que la Cumbre no haya centrado adecuadamente la atención en los derechos humanos o en las voces de aquellos que ya sufren los daños causados por los sistemas de IA y su industria. En lugar de eso, la atención se centró en la rápida innovación, sin proporcionar un espacio significativo para garantizar una visión integral de los riesgos asociados con la industria actual de la IA, ni cómo asegurar que las salvaguardias estén firmemente ancladas en el derecho internacional de los derechos humanos.
Inclusión de la Mayoría global: avances pero no suficientes
Durante la cumbre, la Unión Africana tuvo una presencia destacada, mientras que América Latina estuvo notablemente ausente. Aunque algunos países como Chile, Brasil y Costa Rica participaron presencialmente de este evento, su impacto en la agenda no fue significativa. Además, se destacó la ausencia de organizaciones de la sociedad civil, especialmente aquellas que pertenecen a la mayoría global, en particular las de nuestra región. Esta misma observación fue realizada por Derechos Digitales, que compartió la siguiente reflexión:
La discusión sobre una IA inclusiva y sostenible estuvo marcada por la escasa participación del Sur Global, con la mayoría de los representantes provenientes de Europa y Norteamérica. A pesar de la presencia de algunos países latinoamericanos como Chile, Brasil y Costa Rica, los espacios regulatorios y gubernamentales fueron dominados por actores de mayor poder tecnológico, especialmente del sector privado y la academia. Esta exclusión refuerza las asimetrías de poder y perpetúa un modelo donde las prioridades del Norte Global dictan el futuro de la IA.
Además Derechos Digitales remarcó que, para que América Latina tenga una voz más fuerte en la gestión de la IA, es clave fortalecer normas que reflejen sus intereses y desafien el modelo de toma de decisiones actual. Una agenda común regional, que involucre gobiernos, sociedad civil y sector académico, permitiría una mayor incidencia en estos foros. Sin una estrategia clara, la región podría quedar al margen o ser utilizada como territorio de experimentación en el debate sobre IA.
La IA se ha convertido en un asunto profundamente político. Se puede concluir que la postura de Estados Unidos sobre la gobernanza de la IA es clara. El reciente cambio de nombre del Instituto de Seguridad de la IA del Reino Unido refleja un giro en su enfoque, priorizando la seguridad nacional sobre preocupaciones éticas como el sesgo y la libertad de expresión. Mientras los actores tradicionales dominan los titulares, es esencial no perder de vista a la mayoría global. Por tanto, fortalecer la posición de América Latina en la gobernanza global de la IA, como lo sugiere Derechos Digitales, es crucial para que la región implemente normativas que reflejen sus intereses, su diversidad cultural y que trabaje para desafiar el modelo de toma de decisiones actual. En este contexto, más de 100 organizaciones de la sociedad civil a nivel mundial, entre las que se incluye TEDIC, firmaron una declaración que destaca exigencias clave para un futuro más justo y responsable en la gestión de la IA.
Aquí se esbozan los 5 exigencias mas importantes que cita la declaración:
1. Eliminar los combustibles fósiles: La industria de la IA debe eliminar urgentemente los combustibles fósiles en toda su cadena de suministro.
2. Computación dentro de los límites: La infraestructura informática de la IA debe situarse urgentemente dentro de los límites planetarios.
3. Cadenas de suministro responsables: Las empresas de IA con una cuota de mercado sustancial e influencia económica y política tienen la responsabilidad principal de garantizar una cadena de suministro responsable.
4. Participación equitativa: Es crucial la participación pública en las decisiones sobre para qué se utiliza la computación y en qué condiciones. El activismo climático y medioambiental no debe criminalizarse.
5. Transparencia: la información sobre las implicaciones sociales y medioambientales de las infraestructuras de IA propuestas debe ser significativa y accesible al público antes de su construcción o ampliación.